Una educación basada en los vínculos

La materia prima de todos estos sistemas son los vínculos, imaginemos a los sistemas humanos como el sistema circulatorio, donde cada miembro está interconectado con los demás a través de las arterias y venas, tejidos finos pero a la vez consistentes y duraderos; es lo que denominaríamos como vínculos. El vínculo es el tejido que une las relaciones y a las personas, el motor que bombea y mantiene el vínculo es el amor. Este amor que da forma al vínculo es una fuerza que actúa inconscientemente y que une a todas las personas que forman parte de un sistema, en un todo, en una globalidad.

En las interacciones que se producen en la escuela se generan vínculos, si los observamos atentamente podemos tomar conciencia de cada uno de ellos y las interpelaciones que se producen.

Estos vínculos se establecen no sólo entre la administración educativa y la escuela, también entre ésta y la familia, entre la institución educativa, el equipo directivo, los maestros y el personal no docente, los vínculos que unen a la institución con los alumnos; los vínculos existentes entre los propios maestros; entre los maestros y su vocación; entre maestros y alumnos; entre alumnos y el currículum. Vemos así como sintéticamente, todos los vínculos están interconectados para el equilibrio del amplio sistema. Según sean estos vínculos así es el sentimiento de  pertenencia al sistema (cuanto mayor es el afecto, mayor es el sentimiento de pertenencia). Los vínculos son más duraderos cuando una se puede mostrar tal y como es, sin renunciar a ser como somos, integrando todas las partes que conforman nuestra personalidad, abrazando las facetas más sombrías de nuestra personalidad e integrándolas para poder trascenderlas. Observando y soltando las máscaras y disfraces del ego.

Por aquí pasa el trabajo de reeducación del propio educador hacia su propio sistema familiar. Un trabajo sostenido de atención acerca de los vínculos y relaciones existentes en su propias familia, patrones que se repiten, comportamientos adquiridos, etc. De lo contrario, si estos no son observados, y no están sanados, pueden clonarse en forma de repetición en el entorno educativo, perpetuando y transfiriendo los propios conflictos familiares en nuestro entorno más cercano, el aula. Se dan entonces problemas con los compañeros de trabajo, proyectando problemas con la jerarquía o con el orden.

Aquellos aspectos no resueltos en el educador se proyectan en forma de exageraciones e identificaciones en el aula o en su familia actual con sus hijos. 

Formular preguntas como ¿qué necesitas?, ¿que sientes?, ¿cómo estás?, nos acercan al alumno y permiten saber donde está, qué le está ocurriendo, de esta manera ampliamos nuestra mirada y damos la posibilidad de incluir todos los factores que pueden estar afectando a su aprendizaje, se incluye al alumno, no solo los contenidos que debe aprender de una asignatura concreta.



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