Una educación para el Ser

La educación debe ampliar las posibilidades de cada niño, su fin es cambiar el cerebro cada día. José Antonio Marina



La práctica sostenida de mindfulness nos familiariza con el silencio, lo que nos hace ganar espacios para observar y no perdernos en el otro, en ese conocido juego de búsqueda de aprobación y resistencia y protección ante el rechazo. Introducir la escucha en presencia y en silencio en las relaciones humanas favorece la empatía, la posibilidad de ver al otro, y mantener la conexión que permanece por encima de los conflictos que parecen distanciarnos.

Apagar una luz, tocar una campana o un gong en determinados momentos de caos nos hacen volver a la calma. Algo muy sencillo que puedes practicar en el aula o en casa.


Un niño que aprende que sentir cualquier emoción es algo natural, y disfruta del espacio para expresarlas, siendo escuchado por un adulto consciente y también por sus compañeros, desarrolla asimismo la capacidad de escuchar con atención y presencia cómo otros las expresan. 

Algo que les permite ir mucho más ligero de estos pesados equipajes por la vida adulta, generando tensiones y conflictos innecesarios en el entorno laboral y familiar. Podrá generar formas más creativas y compasivas de abordar los retos que las relaciones vayan presentándole a lo largo del camino, en lugar de reproducir las pautas del pasado.

El niño y el adolescente que aprende que no es lo mismo lo que sucede, que su percepción y juicio sobre lo que sucede, va desarrollando aceptación y compasión hacia sí mismo, lo cual fortalecerá su autoestima y abrirá su mente a otras formas de visión e interpretación de la realidad.

Aquí tienes un blog donde encontrarás recursos interesantes:

https://recursospadocentes.blogspot.com.es/2016/11/mindfulness-para-infantil.html

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