La inteligencia del cuerpo

El cuerpo habla de manera clara a aquellos que saben cómo escucharlo. Las expresiones no verbales revelan, de forma visible, lo que las palabras no pueden describir (Van der Kolk, 1996, p.517)

La inteligencia del cuerpo es, en gran medida, un recurso que no se ha sabido aprovechar en educación infantil. Los niños de la primera infancia, lo que comprende el primer ciclo de 4 meses a 3 años, se comunican más con el cuerpo que con la palabra. Los años posteriores hasta completar la segunda etapa de educación infantil serán una prolongación de los primeros por lo que es muy importante que en éstos últimos reciban una estimulación temprana. 

La psicoeducación ya está tomando parte sobre el papel del cuerpo al reflejar y soportar traumas, trastornos afectivos y otras dificultades relacionales. Los educadores sabiendo esto, debemos ayudar a nuestros educandos a reconectar con el cuerpo y a cambiar su postura, respiración y su movimiento en su propio beneficio. Descubrimos juntos que la inteligencia natural del cuerpo puede aprovecharse como un recurso fundamental en la práctica terapéutica.

Para ello el yoga y el brain gym son tecnologías que nos ayudan a desarrollar esta inteligencia. Pero también el masaje. Este ejercicio es bastante divertido y aprendemos a descubrir nuestro cuerpo y a respetar el de los compañeros.

Masaje zoológico
Los niños pequeños mantienen una gran conexión con el mundo animal,  que tanta presencia inspira. Dar un masaje, y recibirlo, puede convertirse en una expresión de cuidado y afecto. El juego lleva a mover las manos en la espalda del compañero, tras pedirle permiso para hacerlo, de forma que exprese el movimiento de ciertos animales que el facilitador nombra.

Los animales han inspirado posturas de yoga, tai chi, kung fú, dotándolas de características que los seres humanos han podido observar en estos animales. Proyecciones de características que revelan los valores y virtudes más hondos presentes en nuestra propia naturaleza. De esta manera, la instrucción lleva a transmitir con estos movimientos la fortaleza del elefante, la sabiduría de la serpiente, la lealtad del perro, la inteligencia del gato… Una forma de sentir en el cuerpo conceptos que, siendo demasiado abstractos para la mente del niño, se encarnan fácilmente a través del movimiento. Se propicia un momento de conexión íntima y afectiva entre los participantes, que se unen en la experimentación de estas virtudes presentes en el movimiento de los animales expresados.














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