El movimiento ancla el pensamiento

Cuando cruzamos la puerta de entrada de La escuelita, empezamos a movernos con nuestro cuerpo; a sentir, a experimentar sin dejar de respirar . Todo en nosotros se mueve, cada uno con un ritmo particular, sin música a veces, otras a ritmo de tambores. Acabamos de llegar a la clase y mientras la educadora organiza las agendas y saca el desayuno de nuestras mochilas; nosotros disfrutamos de un momento de juego libre.  Después de saludarnos y darnos los buenos días, cantamos unas canciones, vemos el tiempo que hace, la maestra nos dice que vamos a hacer hoy y seguimos moviéndonos cuando nos ponen más canciones pero esta vez para bailar en lo que llamamos la pista de baile. Un rincón en el aula donde antes de empezar la jornada desestresamos el cuerpo. Y ahora que estamos más relajados, es el momento de leer unos cuentos antes de hacer la actividad del día, luego patio y más juegos y movimiento. Al subir del patio relajación y seguimos...jugando; luego nos preparamos para comer, aseo y siesta. El descanso nos carga las pilas para seguir moviéndonos...todo el día restante. Este pequeño relato aunque lo escriba yo,  es el observador quien lo hace. Yo también me muevo con ellos con movimientos no calculados. Ninguno sigue una coreografía, alguno se desconecta y se queda en un rincón pero todos están en presencia. Algunos, ya en casa;  después del baño y la cena, parece que no tienen bastante y quieren más fiesta. Los padres derrotados no entienden como después de un intenso día en la escuela no están cansados. Con suerte dormirá toda la noche o se despertará de madrugada con ganas de seguir jugando. Es una edad donde predomina la  exuberancia motora.  

En mi trabajo con los niños no se trata tanto de hacer cosas con el cuerpo como en vivir y tomar conciencia del propio cuerpo. Durante mucho tiempo el cuerpo ha sido algo menospreciado o ignorado en educación, pues se le daba más importancia a "la cabeza". De nada sirve hacer bailar con telas y aros si no ponemos también enfoque en las posturas y los movimientos. Más importante y necesario antes que , el aprender los nombres de los infinitos músculos que componen nuestro cuerpo; es empezar ya desde la primera infancia a tomar conciencia del estado muscular en el que se encuentran y del tono muscular con el que desarrollan sus actividades y movimientos.

En el siguiente enlace puedes ver por qué los niños necesitan expresarse a través del  movimiento: 

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