Libertad y límites: amor y respeto

Un sentido somático de los límites. Los estilos de límites en las relaciones de padres e hijos. Al evaluar los propios estilos y las diferentes formas de establecer los límites con los demás para desarrollar relaciones más saludables.



Los niños necesitan límites y estructura para poder crecer felices, forman parte de la vida. Son una buena forma de explicar a los niños cómo funciona la realidad. Los límites ejercen una influencia positiva sobre el desarrollo. Pero la palabra misma y la autoridad necesaria para ponerlos no es comprendida por muchos ya que le dan una connotación negativa de mando y obligación pero no queremos eso. Siempre debe de estar presente el amor, y desde este sentimiento es que pretendemos educar a nuestros hijos para vivir en sociedad. No se trata de marcar límites sin mayor discusión, sino de mostrar la realidad interior de todo organismo y lo que sucede en el exterior en el cual el niño va adquiriendo sus experiencias. 

Una y otra vez hemos comprobado que en los niños que se sienten llenos de viejos dolores, de sentimientos inspirados y de experiencias no digeridas, en el momento en el que se establece un límite puede producirse una sensación de descarga o incluso de alivio. 

Siempre pongo el ejemplo a los padres de que reflexionen sobre cómo se sentirían si tuviesen que conducir un coche por carreteras donde no hubieran señales, ni semáforos. ¿Cómo se sentirían? las normas y límites viales sirven para algo. Los límites que abarcan un entorno adecuado a las necesidades del niño proporcionan seguridad y le hacen realmente sentirse en casa, creando de este modo una base segura para más adelante poder irse de ella y buscar otro tipo de experiencias y otros horizontes que a su vez llevarán consigo sus propios límites. Precisamente porque en nuestra sociedad afluyen al individuo tantas influencias, enseñanzas y manipulaciones del exterior, en mi opinión, es importante hacer una referencia a esta calidad neutral y a la sutil diferenciación de los límites: los límites son importantes para que uno mismo pueda orientarse y de este modo disfrutar de una atmósfera distendida, pero en sí mismos no son "instructivos".

Cuando se habla de límites, castigos y recompensas, se producen a menudo las confusiones más sorprendentes incluso en aquellos adultos que en otros campos piensan con lógica y con claridad. No es fácil tampoco establecer los límites adecuados y extraer las correspondientes consecuencias. 
            
Reconozco que la marcación de límites, sin todo los ingredientes habituales, está  "en contra de la cultura" y de las costumbres, por lo que una y otra vez nos resultará difícil llevarla a cabo. Ojalá que haya conseguido poner en claro que ello en modo alguno significa que hay que comportarse con brusquedad, reserva o antipatía cuando se defienden límites sin justificarlos o sin justificarse uno mismo, o sin acudir a la comprensión del otro. Recuerda cuando en el post sobre el cerebro del niño, te remito de nuevo a él, hablamos de conectar con el lado derecho del cerebro. 

En todo caso, no se da una seguridad efectiva hasta que poco a poco nos vamos dando cuenta de que, por un lado, los límites realmente forman parte de la vida, y por ello, el organismo puede soportarlos, aun cuando puedan resultar dolorosos, y de que, por otro, las relaciones instructivas son inadecuadas e impiden lo procesos reales de desarrollo. Al final muchas veces me he visto en la situación de recurrir 
al , lo hago porque te quiero, diferente a aquel, porque lo digo yo, que nos pudieron decir nuestros padres en algún momento . Podemos y debemos muchas veces dar una explicación pero sin justificarnos demasiado. 

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